domingo, 7 de abril de 2013

Confesiones de madrugada (1ª parte)

Iba a comenzar diciendo que tengo miedo. Pero no voy a volver a comenzar así jamás.
Lo he tenido durante mucho tiempo.
Sé a ciencia cierta que ya no soy capaz de expresarme como antes. Y quizá sea este el motivo por el que no exteriorizo de la misma manera mis sentimientos, o incluso oculto muchos de mis pensamientos siendo totalmente ciertos.
Pero creo que por fin está cambiando.
De cualquier manera me estoy esforzando porque así sea, y eso te lo debo a ti.
Creo que incluso tenía miedo de empezar a escribir esto porque supondría liberar una carga de dentro de mí y quedarme vacía, exponiéndome a lo que venga.
Y eso es algo que hace tiempo me asusta. Es por ello que intento ganar seguridad, y que creo que no hay tiempo de que siga comportándome así y de que mis inseguridades condicionen mi vida.
En lugar de eso prefiero elegir algo más bonito para empezar. Algo de mucha más valía.
Tu sonrisa.
Desde que tengo uso de memoria siempre me ha resultado una de las partes más atractivas de ti.
Es curioso como, conforme va pasando el tiempo encuentro imperfecciones en ti, pero no por eso el conjunto deja de parecerme perfecto.
Cómo esas imperfecciones lo hacen más aún, porque te hacen humano y eso es algo que siempre he valorado mucho de ti, lo humano que eres.
Nunca he querido admitir que tu filosofía es realmente buena porque me ha dado rabia no saber aceptarla como tal y no poder ponerla en práctica yo misma.
Creo que en muchas ocasiones me enfado contigo precisamente porque sé que llevas razón en miles de cosas de las que dices, y me da rabia admitirlo.
Me da rabia decirme a mí misma: Joder, no puede ser tan bueno, no puede.
Es un gesto irracional, lo sé.
Y eso es quizá porque en el fondo no quiero aceptar que yo puedo ser mejor de lo que soy.
Porque en ti todo parece tremendamente sencillo. Y sin embargo, un simple cambio a mí me puede resultar muy complicado.
Ese es otro aspecto que valoro de ti, tu sencillez.
Mantienes la seriedad en los momentos que lo requiere, eres sensato y contemplas las posibilidades de cada aspecto posible sin necesidad de que digas nada, y tomas una decisión en menos de tres segundos. Sabes guardar el porte, la compostura, y actuar de una manera u otra dependiendo de la situación, pero siempre acorde a ella.
Eres políticamente correcto, pero no solo políticamente. Lo cierto es que te admiro y me desconciertas al mismo tiempo. Hay situaciones en las que de cualquier persona me esperaría una reacción, pero tú siempre realizas la contraria. Si espero que algo te enfade, tú no te enfadas. Si me voy porque me he puesto de mal humor, no te preocupas. Comprendes la situación y dejas que me vaya con una sonrisa. Creo que cuando haces eso demuestras confianza en mí. Porque piensas que al final voy a ser consciente de que no merece la pena mi reacción y que voy a volver a lo mejor un poco enfrurruñada, pero sabes que más serena y meditando más las cosas.
Creo que eso me emociona.
A veces me embarga lo que puedes llegar a transmitirme, tan solo en un gesto como ese, en el que realmente no has dicho o has hecho nada, pero en el que al mismo tiempo lo has hecho todo.
"Incluso aunque no pudiera confiar en ti, confiaría en ti". Frases como esa han salido de tus labios (y dios mío, qué labios) en más de una ocasión, y las has corroborado luego con tus propios hechos. Creo que no puedo estarte más agradecida por ello. Me quedo en blanco, ¿sabes? porque la verdad es que me cuesta encontrar las palabras. Es algo que viene de dentro con solo pensarlo. De muy dentro. Es algo difícil de explicar.
Creo que me he ido por las ramas, o me he desviado del tema, si es que aquí hay algún tema en concreto.
Hablaba de tu sonrisa. Me llena de vida. Sé que es una de esas frases tópicas que se suelen utilizar y que quedan bonitas al oído pero la pienso con total sinceridad.
Adoro tu sonrisa. Cuando abres los labios, y esos dientes rectos que tienes dan lugar a una sonrisa dulce, tierna. Una sonrisa que demuestra felicidad, y al mismo tiempo la da. Porque consigue hacerme feliz en un solo instante. Quisiera ser capaz de hacerte sonreír así para siempre. Es decir, ¿quién necesita tópicos cuando tienes algo así delante de ti? Creo que siempre hemos sido capaces de entendernos con simples gestos como esos. Con una sonrisa, una mueca, una mirada. Pienso que no es algo que todo el mundo tenga, y que por el contrario, nosotros siempre hemos tenido. Es algo especial. Es otro tipo de contacto que va más allá. Al fin y al cabo, fue una mirada hacia ti, y una hacia mí, de no creo que más de 4 segundos, lo que desencadenó lo que somos hoy, ¿no es así?
Tus ojos. Ya no se trata de lo guapo que seas, que lo eres, de que te mire y diga: vaya, este hombre es atractivo, su cara es bonita, no, más que eso, es que él es guapo, no hay otro calificativo.
Aun siendo así, ya no se trata de eso. Se trata de tus propios rasgos. Rasgos que son solo tuyos y que si se los pusieras a otra persona no le quedarían igual de bien. Son los que te definen no solo de aspecto, sino los que a veces representan tu propia personalidad. A día de hoy aún me sigo fijando en cuando te muerdes los labios o los aprietas por algún motivo, o incluso comiendo haces un movimiento en el que esa cicatriz blanca en el labio inferior se remarca. Me sigo fijando en ella. Y no como en algo feo, sino como en algo que me hace sonreír. Porque como he dicho, es algo que te define, y es algo que yo conozco de ti y hace que me gustes más. También suelo fijarme en tus pestañas a veces cuando estás de perfil. Te remarcan tus ojos y hacen que tengan una forma preciosa. Pienso que tus ojos y tu boca hacen un conjunto realmente perfecto, precioso y atractivo a la vista. Cuando unos rasgos así destacan tanto, dejan de parecerte importante las cosas típicas como si el color de los ojos es más claro o más oscuro. No me importa que sean verdes, o marrones. Me importa que cambien cuando les da la luz, que tengan esa forma almendrada, que incluso una línea dentro de la propia pupila marque la diferencia con el ojo del lado opuesto. Los hace diferentes a los demás. Y está claro, que si tú mismo en esencia ya eres distinto a cualquier persona que haya conocido nunca, tus rasgos no podían quedarse atrás con eso. Eres como un puzzle cuyas piezas dan la impresión de haber sido encajadas con el tiempo para que queden totalmente simétricas. Me parece increíble. Por eso me fascinas, y me sorprendes a día de hoy. Creo que por muchas cosas que sé, siempre va a haber algo que no sepa, y eso me encanta.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Belleza plasmada en un cuerpo, el 1 de diciembre de 1985.
Eres precioso, como las hojas cayendo en otoño formando un puzle de colores en el suelo.
Como ese cuadro colgado en la pared del día de tu comunión, vestido de traje y bien peinado.
Precioso, como recién levantado con el pelo desaliñado y tus labios abriéndose para bostezar, con ese brillo en los ojos.
Cada curva de tu cuerpo, tu sonrisa con dientes rectos, tus labios rosados con un corte hacia abajo.
Tu nombre pasando de un oído al de otra persona sin llegar a deteriorarse, simulando el teléfono roto pero con el mensaje totalmente claro.
Y si bien un amanecer puede resultar increíble, tú lo resultas aún más.
Como esa figura intacta, postrada perfecta y deseosa de ser plasmada en un lienzo.
Precioso, es lo que eres.
Y no hay nada más cierto, ni bonito en el mundo como esta verdad incuestionable.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Y hoy, secándome el pelo y viendo cómo había crecido hasta llegarme por los pies estando sentada, he recordado esa frase de la primera vez:

"Eres un ángel".

jueves, 8 de septiembre de 2011

-Aún estando así... Y decirte todas estas cosas, ¿cómo eres capaz de seguir mirando al futuro?
-Porque sé que todo saldrá bien.
-¿Cómo lo sabes?
-No puede ser de otra manera.

martes, 6 de septiembre de 2011